Instituto Ruso Pushkin

 



UN PASEO POR LA RUTA DE LA SEDA
15/06/20

El pasado viernes 29 de mayo tuvo lugar la última microconferencia del ciclo de este curso, "Un paseo por la Ruta de la Seda", sobre TayikistánKirguistán y Kazajstán, impartida por nuestro alumno Iván Álvaro Herrero, historiador y estudiante de filología.

® Geopolítica Lacoste

En esta conferencia, al hablar de Asia Central nos referimos a la zona que cubren las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, situadas en una gran depresión de unos 2.000 km de norte a sur y de este a oeste que se inclina hacia el Caspio. Forma parte de la zona árida del planeta, estando ocupada mayoritariamente por estepas y desiertos. La población vive concentrada al pie de las montañas, donde se encuentra los principales cauces de agua producidos por el deshielo veraniego, o a lo largo del cauce de los ríos, destacando entre ellos el Amu Daria y el Sir Daria, el Oxus y el Yaxartes de los antiguos griegos, cuyas aguas apenas llegan al mar de Aral, pues son explotadas más arriba para la irrigación de los campos de algodón. El desecamiento de las principales masas de agua de la región, el mar de Aral y el mar Caspio, es un grave problema para todos estos países.

La penetración rusa en la zona comenzó en el siglo XVIII, y se desarrolló plenamente en el XIX, cuando se comenzó a conocer esta región como el Turquestán ruso, gobernado desde Tashkent. Esta expansión rusa en Asia Central fue vista con preocupación por los británicos, que temían la amenaza rusa sobre la India, ya fuese directa o indirecta. Se inició así una etapa de guerra fría que la literatura inglesa denominó como “el Gran Juego”. Para Rusia esta expansión suponía la pacificación de la frontera siberiana, la consolidación de su estatus como potencia económica y la apertura de mercados cautivos para la industria rusa. Las otrora poderosas hordas kazajas fueron sometidas entre 1820 y 1850, aunque el territorio no estaría completamente pacificado hasta 1875. Después vendría la conquista de los kanatos del Sir Daria y del Amu Daria, que se produce entre 1864 y 1873. Finalmente se somete a las tribus turkmenas, entre 1879 y 1884.

Esta unidad geopolítica se desharía en época soviética, ya que era considerada peligrosa para la estabilidad de la región; las autoridades soviéticas no toleraron tras la guerra civil movimientos dirigidos a construir un Gran Turquestán, cuyo origen se encuentra en las ideas de Sultán Galiev. De esta forma, Uzbekistán fue la primera de las Repúblicas en aparecer, ya como RSS desde 1924, al mismo tiempo que TurkmenistánTayikistán fue república autónoma dentro de Uzbekistán desde 1924 hasta 1929, cuando alcanzó el estatus de RSS. Kazajstán permaneció parte del tiempo como república autónoma dentro de la RSFSR, hasta 1936, que se convirtió ya en República Socialista Soviética “independiente”. Algo parecido pasa con Kirguistán, que también ascendió al estatus de República Socialista Soviética “independiente” tras depender de la RSFSR. Las fronteras que se trazaron en época soviética son complejas, debido a la mezcla de poblaciones, y sobre todo al intento de repartir los recursos hídricos de la región. Un ejemplo especialmente ilustrativo es el del rico y densamente poblado valle de Fergana, compartido por Uzbekistán, país que controla la mayor parte de este, Kirguistán y Tayikistán.

Al igual que en el caso de Turkmenistán y Uzbekistán, la andadura de estos tres países comienza con la disolución de la URSS en 1991, sin una tradición previa de construcción estatal.

En primer lugar, debemos preguntarnos, ¿existió la Ruta de la Seda? Parece una pregunta absurda teniendo en cuenta el nombre de esta conferencia, pero es más pertinente de lo que pensamos. En primer lugar, el término Ruta de la Seda apareció a finales del siglo XIX, acuñado por el geógrafo alemán Ferdinand von Richtofen, al intentar describir los intercambios, tanto materiales como inmateriales, entre la dinastía Han de China y la antigua Roma. El concepto de Ruta de la Seda comenzó a asentarse en los 60 y 70, pero sobre todo en los 80 y 90, especialmente cuando, tras la caída de la URSS, los nuevos estados de Asia Central necesitaban material para articular una nueva narrativa nacional.

Hemos de tener en cuenta que en esta época la gente rara vez recorría la totalidad de la supuesta “Ruta”, ya que los productos de especial valor como la seda, pero también las especias, atravesaban una cadena de intercambios a nivel intercontinental. Es decir, no se puede hablar, de ningún modo, de una gran “vía” perfectamente organizada y articulada que cruzase toda Asia, como si de una moderna autovía se tratase. Además, a pesar de la leyenda popular, la seda era un producto que no se fabricaba solo en China antes que los monjes diplomáticos enviados por el emperador bizantino Justiniano consiguiesen sacar de contrabando algunos gusanos de seda. Este producto ya se trabajaba en distintos centros urbanos de Asia Central, pero también en el Próximo Oriente, como en Damasco. Es decir, la seda no era el único producto de estos intercambios comerciales, y muy posiblemente tampoco el más importante, por detrás de las especias, el papel y las vajillas de cristal y porcelana chinas. Por otro lado, antes del año 1500, el continente europeo era una región económicamente insignificante, que difícilmente podría haberse convertido en polo principal de un gran circuito comercial. La economía mundial se desarrollado durante muchos siglos principalmente en Asia y el océano Índico, y en su corazón se encontraba China. Por lo tanto, podemos concluir que la Ruta de la Seda no era una gran ruta comercial que unía Oriente y Occidente, sino una red de contactos diplomáticos, comerciales y culturales que se extendía por Asia, desde la meseta iraní hasta China, y que de forma más o menos marginal alcanzaba Europa.

Imagen de Cordon Press

Nuestro viaje nos llevará muy atrás en el espacio y en el tiempo, antes incluso de que podamos aplicar el concepto de Ruta de la Seda. Nuestra historia comienza en un lugar más cercano que Asia Central, la Baja Mesopotamia. Allí, en la segunda mitad del milenio IV a.C., se puso en marcha un sistema de comercio a larga distancia que no tenía precedentes, y que buscaba diferentes materias primas con fines diversos, organizado desde las grandes organizaciones a través de lo que podríamos llamar “agentes comerciales”, que intercambiaban productos manufacturados por materias primas, con un saldo favorable para estos agentes. Según avanza el tiempo estas redes comerciales estarán controladas por distintos estados del Próximo Oriente, que controlan distintas secciones de estos flujos comerciales, que no siempre son constantes, y que se interrumpen en épocas de crisis. Con el paso del tiempo estas redes comerciales se independizan de los poderes centrales, si bien siempre mantienen una dependencia al menos fiscal. En muchos casos el comercio tiene como objetivo la obtención de productos suntuarios, solicitados por igual por las élites de las distintas formaciones estatales, con importantes paralelos con la red diplomática. Los principales productos que se producían en Asia Central eran el estaño y el lapislázuli.

Un testimonio que ha ofrecido diversas interpretaciones es el de Asarhaddon, quien nos dice que estuvo en Patušarra, al borde del desierto de sal y al pie del monte Bikni, el monte de lapislázuli, en el país de los medos lejanos, referencias topográficas bastante precisas. Se ha identificado el desierto de sal con el desierto salino de Irán, el Dasht e-Kavir, y el monte de lapislázuli con una montaña del Badajsán, en el actual Tayikistán, la fuente más antigua de lapislázuli, que desde tiempos remotos había surtido a Próximo Oriente de dicho material.

Figura de granito de Asarhaddon. Fuente: picture-alliance / akg-images // akg-images / Erich Lessing

Kazajstán es el más grande de los estados de Asia Central, abarcando aproximadamente dos tercios del territorio de toda la región. De hecho, es el noveno país más grande del mundo. Sin embargo, solo es el segundo más poblado de Asia Central, por detrás de Uzbekistán, ya que la mayor parte del territorio kazajo son interminables estepas con una población muy escasa; la mayor parte de la población se concentra en las ciudades de los extremos norte y sur del país. Si bien en el norte encontramos zonas algo elevadas, la zona más montañosa del país es la sureste, cerca de la frontera de China y Kirguistán, por donde discurren las estribaciones del macizo de Altái y la cordillera del Tian Shan respectivamente. Además de estepas, en la mitad sur del país podemos encontrar distintos desiertos, entre los que destaca el Kizilkum, que continúa en el vecino Uzbekistán, y lagos de sal fruto de la evaporación de las aguas que contenían. Kazajstán, tan alejado del mar, tiene un clima fuertemente continental, con inviernos fríos y veranos calurosos en la mayor parte del país, aunque como es lógico en un país de tal tamaño, hay importantes variaciones regionales, con un extremo norte del país más frío que el caluroso extremo sur. En cualquier caso, las precipitaciones medias en Kazajstán no son muy elevadas, de tal forma que la agricultura del país depende, sobre todo, de los grandes cursos de agua que descienden de las montañas que bordean el país por el sur y el este, como el Sir Daria, que desemboca en el malogrado mar de Aral, lo que explica que la agricultura se desarrolle en esta zona y en las fértiles tierras del norte del país. Además del mar Caspio, el principal cuerpo de agua del país es el lago Baljash, en el sureste Kazajstán.

Ayaz Kala, Kazajstán

El contraste entre Kazajstán por un lado, y Tayikistán y Kirguistán por otro, es muy marcado. Mientras que la altitud media de Kazajstán es bastante baja, la de Tayikistán y Kirguistán se encuentra entre las mayores del mundo, solo superada por Bután y Nepal. De hecho, junto a estos dos países, solo Tayikistán tiene una altitud media superior a los 3000 metros (Kirguistán se queda a una mera docena de metros de esta altitud media). Debido a su posición, se trata de dos países de frecuente actividad sísmica.

La mayor parte de Kirguistán está dominada por distintas formaciones montañosas que pertenecen al Tian Shan, y que alcanza su mayor altura en el extremo este del país, en la frontera con China. La geografía de Kirguistán se caracteriza por el contraste entre las altas montañas y los valles fluviales, entre los que destacan el del Sir Daria y el del lago Issyk (Issyk Kul), donde se concentra la mayor parte de la población, a pesar de que solo ocupan la séptima parte de la superficie. El clima de Kirguistán, pese a su tamaño reducido, ofrece importantes contrastes. En las partes más montañosas es asimilable al clima polar (la temperatura media del país en enero es de -18ºC), mientras que en los valles es más bien continental, con inviernos fríos, aunque sensiblemente menos que en la montaña, y veranos calurosos. El clima es más moderado en los extremos norte y oeste del país, en la ladera de las montañas que lo delimitan, donde se producen también más precipitaciones.

Lago Issyk

La geografía de Tayikistán es, a rasgos generales, muy similar a la de Kirguistán, en todo caso las diferencias de altitud son aún más elevadas. La zona norte y central está ocupada por las estribaciones del Tian Shan, mientras que la zona sureste ya está presidida por las nieves perpetuas del Pamir. Los valles, donde se concentra la mayor parte de la población (a pesar de que ocupan alrededor del 10% del territorio de Tayikistán), se encuentran, sobre todo, en la zona oeste del país, entre los que destacan el valle de la Fergana y el del Amu Daria, que marca la frontera con el vecino Afganistán. Exceptuando el lago Karakul no hay en Tayikistán grandes masas de agua. Debido a este relieve de tanto contraste, también encontramos grandes diferencias climáticas entre los valles, de veranos calurosos y secos, con inviernos más moderados, y las zonas montañosas, de veranos más suaves, pero con inviernos mucho más fríos, donde las precipitaciones se producen, sobre todo, en forma de grandes nevadas.

Valle de Fergana

Aunque el comercio nunca se detuvo, las redes de intercambios que conformaban la Ruta de la Seda no funcionaron ininterrumpidamente, sino que lo hicieron en tres períodos más o menos diferenciados.

El primero de ellos se extiende desde el año 100 a.C. hasta aproximadamente el 250 d.C. Recordemos que desde el siglo VI a.C., desde la época del fundador del imperio aqueménida, Ciro II el Grande, Asia Central había permanecido en el área de influencia de los imperios iranios, con el paréntesis de la conquista alejandrina. Este primer período de la Ruta de la Seda dio comienzo cuando la dinastía Han estableció una relación tributaria con un número importante de ciudades-estado de Asia Central, a donde empezaron a llegar los productos chinos. Esta relación tributaria nació de la búsqueda de aliados occidentales frente a los nómadas xiongnu por parte del emperador Han Wu Di, durante el apogeo de la dinastía Han, quien envío a Zhang Qian en sucesivas expediciones hacia Asia Central. Desde China hasta el Atlántico se extendía una sucesión de cuatro grandes imperios: Han, kushanos, partos y romanos; estos imperios otorgaron orden y estabilidad en entornos previamente fragmentados políticamente y construyeron redes de comunicación internas, lo que facilitaba el establecimiento de una red de intercambios comerciales a gran escala. La caída de los imperios Han, kushano y parto durante el siglo III, además de la crisis del romano, provocarían el fin de esta etapa de esplendor de la Ruta de la Seda. Además de la estabilidad aportada por estas grandes formaciones políticas la movilidad de los pueblos nómadas dedicados al pastoreo, situados entre estos distintos imperios, también fue fundamental en el desarrollo de esta red comercial, como elementos móviles capaces de establecer vínculos entre las distintas comunidades.

Pico Jengish Chokusu, montes Tian Shan, frontera entre China y Kirguistán

Productos como la seda, las especias, los caballos de la estepa, distintos productos agrícolas y ciertas artesanías de lujo eran las mercancías propias de esta etapa. Desde la antigua Chang’an, la actual Xi’an, partían las mercancías chinas, en tres grandes direcciones: hacia el oeste, bordeando el desierto de Taklamakán para atravesar el Pamir y descender por el valle de la Fergana hacia las grandes ciudades de Asia Central, hacia el sur, hacia la India, y hacia el este, hasta el puerto de Hangzhou, desde donde partían hacia el Océano Índico, donde era fundamental el aprovechamiento de los vientos monzónicos. En la parte terrestre, especialmente en la sección central de esta red de intercambios, era fundamental el camello bactriano, oriundo de las estepas de Asia Central, perfectamente adaptado a su riguroso clima.

 Camello bactriano

El comercio, si bien tiene, y sin duda tuvo un importante impacto socioeconómico, nunca fue la ocupación mayoritaria de la mayor parte de la población, como no podía ser en ninguna sociedad preindustrial, donde la agricultura y la ganadería ocupaban a la inmensa mayoría de la población. En el caso de estos tres países la industrialización se produjo en época soviética. En los tres casos, pero especialmente en el de Kazajstán, el control ruso sobre la región se tradujo en políticas de sedentarización forzada, que han amenazado de forma más o menos directa la forma de vida tradicional, de carácter trashumante.

Caballos de la estepa

De los tres países, Kazajstán es el más rico sin ninguna duda. No necesariamente por la diferencia de tamaño, sino más bien por la presencia de importantes reservas de hidrocarburos, exportados a través de Rusia o directamente hacia China. En los últimos años el gobierno kazajo ha puesto en marcha distintos proyectos para diversificar la economía y reducir la dependencia de los hidrocarburos, cuyo precio está sujeto a importantes fluctuaciones internacionales. Además, Kazajstán es un importante productor de distintos recursos minerales y agropecuarios.

Comparativamente, la economía de Kirguistán y sobre todo Tayikistán están mucho menos desarrolladas. De hecho, Tayikistán es la más pobre de las antiguas repúblicas soviéticas. En ambos casos los principales productos de exportación son distintos minerales y varios productos agropecuarios, como el algodón de Tayikistán. También son muy importante en ambos casos los envíos de dinero realizados por kirguises y tayikos que viven en el extranjero (principalmente en Rusia y Kazajstán), que suponen entre un cuarto y un tercio del PIB del país. Este hecho, además de los estrechos lazos comerciales con Rusia y China, hacen que la economía de estos dos países, al igual que sucede en Kazajstán (aunque en menor medida), fluctúe dependiendo de la situación económica de sus principales socios comerciales. Tanto en Kirguistán como en Tayikistán hay proyectos para desarrollar el increíble potencial hidroeléctrico de esta región, de donde se extrae la mayor parte de la energía consumida en estos dos países.

Dusambé, capital de Tayikistán

La segunda etapa se extiende entre los años 600 y 1100 aproximadamente. La extensión del imperio árabe, que durante los siglos VII y VIII conquistaría los territorios desde la Península Ibérica hasta Asia Central, y el establecimiento de la dinastía Tang en China en el siglo VII, fueron fundamentales en el pleno restablecimiento del entramado comercial que formaba la Ruta de la Seda. Tanto la dinastía Tang como su sucesora, la dinastía Song (desde mediados del siglo X hasta la conquista mongola), presidieron una etapa de importante crecimiento económico, urbanización y desarrollo de infraestructuras, en la que surgieron importantes innovaciones comerciales como el papel moneda. Al mismo tiempo, los comerciantes árabes, aprovechando la estable y próspera administración abasí, se implicaron en lucrativas empresas comerciales en China y el Océano Índico. De hecho, en esta época el comercio marítimo fue en mucho más importante que el terrestre. El fin de esta etapa de esplendor se relaciona con la aparición de poblaciones nómadas fuertemente militarizadas que controlarían la parte norte de China desde finales del siglo XI.

Si bien el intercambio de bienes materiales era el principal objetivo de estas redes comerciales, serían los intercambios culturales, especialmente los religiosos, los que acabarían teniendo mayor importancia histórica.

En primer lugar, es necesario que recordemos que las estepas de Asia Central son el lugar de nacimiento del zoroastrismo, la religión original de los pueblos iranios, predominando desde su nacimiento en la segunda mitad del II milenio a.C. hasta la llegada del islam. No obstante, durante la primera época de esplendor de la Ruta de la Seda, penetró con fuerza en la región el budismo, desde donde se extendería a China en el siglo I d.C., y donde estaría ya firmemente consolidado en el siglo VI. También se extenderían por la zona el maniqueísmo, herejía zoroastrista perseguida por los reyes persas y los emperadores romanos, y el cristianismo nestoriano, condenado como herejía en el siglo V; esto no dejó a los nestorianos más remedio que refugiarse en el reino persa, desde donde se extendería hacia Asia Central y China, de la mano de los mercaderes (ocupación frecuente entre los cristianos nestorianos, así como la práctica de la medicina itinerante), y sería especialmente atrayente para distintos pueblos nómadas de Asia Central, como los mongoles, cuyas mujeres apreciaban la mayor posibilidad de participación femenina en el culto que ofrecía. Además, en distintas épocas habían ido surgiendo distintas comunidades judías en diferentes puntos de Asia Central e incluso en China.

Parque Nacional Altyn-Emel, Kazajstán

Sin embargo, sería la extensión del islam de la mano de los conquistadores árabes el hecho que marcaría un antes y un después en el panorama religioso de Asia Central. De hecho, hoy en día la mayor parte de la población de Asia Central sigue siendo musulmana sunní, si bien el islam de estos países es más o menos moderado, rechazando la corriente wahabita saudí. El tradicional estilo de vida nómada de estos pueblos explica que el islam propio de la zona tuviese más de cultural que propiamente religioso, ajeno a discusiones teológicas elevadas.

Ya hemos comentado que la sedentarización de estos pueblos fue fruto de las políticas rusas y soviéticas. En Kazajstán es donde estas políticas fueron más exitosas, y actualmente el porcentaje de población urbana es superior al 55%. Este mayor porcentaje se debe también al importante número de eslavos, especialmente rusos, pero también ucranianos (aunque en menor medida), que se asentaron en las llanuras del norte, concentrados en las ciudades y centros fabriles. Eso explica que actualmente los kazajos constituyan algo menos del 70% de la población, mientras que casi un 20% es étnicamente rusa. La mayor parte la población kazaja sigue siendo rural (de hecho, más de la mitad de los kazajos siguen viviendo en los pequeños pueblos tradicionales).

Parque Nacional de Burabay, Kazajstán

En Kirguistán y Tayikistán estas políticas fueron menos intensas, o al menos tuvieron menos éxito, y el asentamiento de eslavos mucho menos cuantioso, lo que explica que en ambos casos la mayor parte de la población siga siendo rural (unos dos tercios). De hecho, en ambos países se ha dado una tendencia a la ruralización de la población desde las últimas décadas de gobierno soviético, en parte debido a que la tasa de natalidad entre la población rural es mayor, y también debido a la emigración de los eslavos de las ciudades desde la independencia. En ambos casos los pueblos tradicionales son de pequeño tamaño, y están compuestos por varios cientos de viviendas unifamiliares, cada una con su propia parcela de tierra. Tanto en Kirguistán como en Tayikistán más de tres cuartas partes de la población es étnicamente kirguisa o tayika, con una importante minoría uzbeka en ambos casos, considerablemente mayor que la rusa. En Tayikistán, después de siglos de íntima unión con los habitantes del actual Uzbekistán, la división entre los dos grupos étnicos es en cierto sentido artificial, por lo que ha sido problemática desde su establecimiento.

Montes Zeravshan, Tayikistán y Uzbekistán

La composición étnica de estos países explica por qué el islam sigue siendo la religión mayoritaria, si bien también podemos encontrar una minoría ortodoxa, sobre todo en Kazajstán. También explica por qué los idiomas oficiales son el kazajo, el kirguís y el tayiko, aunque el ruso siga siendo una lengua de comunicación importante (en Kirguistán es lengua oficial junto al kirguís). Tanto el kazajo como el kirguís son lenguas túrquicas, mientras que el tayiko es una lengua irania, aunque las tres se escriben en alfabeto cirílico. Recordad que antes de época soviética estas lenguas rara vez se escribían, sino que en su lugar se utilizaba el chagatai, lengua literaria arcaizante escrita en alfabeto árabe.

Esta tercera (y última) época de esplendor comienza con la organización administrativa del imperio mongol por parte de Ogodei, hijo y sucesor de Gengis Jan, quien estableció un sistema de comunicaciones que abarcaría todo el imperio, conocido como jam, cuyo objetivo principal era permitir una rápida comunicación de información desde y hacia la corte imperial. Estaba dotado de una serie de estaciones de aprovisionamiento, guarnecidas por soldados imperiales pero equipadas a cargo de la población local. El mantenimiento y control de esta gran red de comunicaciones permitieron el desarrollo paralelo de una intensa actividad comercial, que también facilitó la transmisión de importantes tecnologías hacia Occidente, como la pólvora, el papel o la imprenta. Por primera y última vez en la historia, se podía recorrer la Ruta de la Seda sin necesidad de salir de una misma entidad política, lo que explica que por primera vez llegase un número considerable de occidentales directamente desde Europa, como Marco Polo o Ibn Battuta. Como es la etapa más cercana, tenemos más información sobre los pormenores del comercio. Algunos de los bienes más preciados en China eran caballos, camellos y jade, mientras que en sentido contrario partían distintos tipos de joyas y telas. En el Océano Índico se sumaban especias y corales a este flujo comercial. Esta última etapa de esplendor de la Ruta de la Seda terminaría con la disolución del imperio timúrida a finales del siglo XV. Después, especialmente tras la reorientación de las rutas comerciales tras la exploración marítima castellana y portuguesa, las largas conexiones indirectas que pasaban por Asia Central perdieron todo su atractivo.

Shyrdak, alfombra típica de estos países

La cultura de esta región es riquísima, como corresponde a una tierra que era lugar de paso de viajeros de medio mundo. El antiguo sustrato iranio se ha mezclado con lo turco y lo islámico, con las influencias llegadas desde China y Rusia, en una combinación única. La cultura de estos tres países tiene una base irania, que se manifiesta en la celebración de ciertas fiestas como el Noruz, el año nuevo iranio tradicional, que tiene lugar el equinoccio de primavera. El islam es una parte integral de la cultura de Asia Central, lo que explica las grandes fiestas de el Eid al-Fitr y el Eid al-Adha. Todavía se conservan importantes facetas de la cultura tradicional, como deportes a caballo (como el Kyz Kuuhttps://www.youtube.com/watch?v=rQzu--jIBWE, o el Ulak Tartyshhttps://www.youtube.com/watch?v=UVPagGN8PFE&feature=youtu.be&t=72), la elaboración de textiles (como las alfombras Shyrdak), la tradición épica oral (Canción de Manashttps://www.youtube.com/watch?v=Ovy-zdPmxzU) y distintas formas de la música tradicional (Shashmaqam tayiko, muy similar al uzbeko: https://www.youtube.com/watch?v=wq1lwvSwzoE&feature=youtu.be&t=797).

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Muchas gracias a todos por vuestro interés y asistencia, esperamos poder realizar un nuevo ciclo el curso que viene.