El pasado viernes 1 de mayo tuvo lugar la quinta microconferencia del ciclo de este curso, "Un paseo tras las huellas de Ibn Battuta", sobre Turkmenistán y Uzbekistán, impartida por nuestro alumno Iván Álvaro Herrero, historiador y estudiante de filología.
® Geopolítica Lacoste
En esta conferencia, al hablar de Asia Central nos referimos a la zona que cubren las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, situadas en una gran depresión de unos 2.000 km de norte a sur y de este a oeste que se inclina hacia el Caspio. Forma parte de la zona árida del planeta, estando ocupada mayoritariamente por estepas y desiertos. La población vive concentrada al pie de las montañas, donde se encuentra los principales cauces de agua producidos por el deshielo veraniego, o a lo largo del cauce de los ríos, destacando entre ellos el Amu Daria y el Sir Daria, el Oxus y el Yaxartes de los antiguos griegos, cuyas aguas apenas llegan al mar de Aral, pues son explotadas más arriba para la irrigación de los campos de algodón. El desecamiento de las principales masas de agua de la región, el mar de Aral y el mar Caspio, es un grave problema para todos estos países.
La penetración rusa en la zona comenzó en el siglo XVIII, y se desarrolló plenamente en el XIX, cuando se comenzó a conocer esta región como el Turquestán ruso, gobernado desde Tashkent. Esta expansión rusa en Asia Central fue vista con preocupación por los británicos, que temían la amenaza rusa sobre la India, ya fuese directa o indirecta. Se inició así una etapa de guerra fría que la literatura inglesa denominó como “el Gran Juego”. Para Rusia esta expansión suponía la pacificación de la frontera siberiana, la consolidación de su estatus como potencia económica y la apertura de mercados cautivos para la industria rusa. Las otrora poderosas hordas kazajas fueron sometidas entre 1820 y 1850, aunque el territorio no estaría completamente pacificado hasta 1875. Después vendría la conquista de los kanatos del Sir Daria y del Amu Daria, que se produce entre 1864 y 1873. Finalmente se somete a las tribus turkmenas, entre 1879 y 1884.
Esta unidad geopolítica se desharía en época soviética, ya que era considerada peligrosa para la estabilidad de la región; las autoridades soviéticas no toleraron tras la guerra civil movimientos dirigidos a construir un Gran Turquestán, cuyo origen se encuentra en las ideas de Sultán Galiev. De esta forma, Uzbekistán fue la primera de las Repúblicas en aparecer, ya como RSS desde 1924, al mismo tiempo que Turkmenistán. Tayikistán fue república autónoma dentro de Uzbekistán desde 1924 hasta 1929, cuando alcanzó el estatus de RSS. Kazajstán permaneció parte del tiempo como república autónoma dentro de la RSFSR, hasta 1936, que se convirtió ya en República Socialista Soviética “independiente”. Algo parecido pasa con Kirguistán, que también ascendió al estatus de República Socialista Soviética “independiente” tras depender de la RSFSR. Las fronteras que se trazaron en época soviética son complejas, debido a la mezcla de poblaciones, y sobre todo al intento de repartir los recursos hídricos de la región. Un ejemplo especialmente ilustrativo es el del rico y densamente poblado valle de Fergana, compartido por Uzbekistán, país que controla la mayor parte de este, Kirguistán y Tayikistán.
La andadura de Uzbekistán y Turkmenistán comienza con la disolución de la URSS en 1991. De todas las antiguas Repúblicas Soviéticas, las de Asia Central son las que menos han desarrollado reformas democráticas al estilo occidental; en algunas de ellas, como en Turkmenistán, ni siquiera nominalmente. Tanto en Uzbekistán como en Turkmenistán hay sospechas más que fundadas de que todas las elecciones producidas desde la independencia han sido más o menos fraudulentas, y ambos casos solo ha habido dos presidentes, y solo porque el primero había fallecido (en Uzbekistán Karimov, muerto en 2016, al que sucede Mirziyoyev; en Turkmenistán Niyazov [también conocido como Turkmenbashi, “líder de los turcos”], muerto en 2006, al que sucede Berdimuhamedov). En ambos países se han desarrollado políticas de consolidación y desarrollo de la conciencia nacional, aunque en el caso de Turkmenistán las políticas de Niyazov tuvieron un claro carácter megalómano. En estos países de tan reciente historia era necesario este tipo de proceso, ante la ausencia de antecedentes históricos claros.
De todos los estados de Asia Central, Uzbekistán es el tercero más extenso y el más poblado, ya que acoge a algo más del 40% de la población de Asia Central, unos 30 millones de personas, incluyendo a la mayor parte de los habitantes del valle de Fergana. Turkmenistán es algo más grande (aún así su superficie es algo menor que la de España), pero es el país menos poblado de todos (no llega a los 6 millones de habitantes).
Ibn Battuta es parco en facilitarnos datos biográficos personales. Su vida privada se ve raramente reflejada en el texto, tanto por lo reacios que suelen ser los escritores árabes por pormenorizar y explicitar su intimidad como por quedar fuera del propósito del autor, proporcionar al sultán Abu Inan informaciones difíciles de adquirir en la época, para lo que recogió datos históricos, geográficos, folclóricos y etnográficos al mismo tiempo que narró las costumbres peregrinas o cotidianas, sucesos maravillosos y acontecimientos legendarios de los lugares por donde pasaba.
Ibn Battuta en Egipto, donde tuvo un sueño en el que un gran pájaro lo llevaba a La Meca, India y China. Litografía por H.L. Benett.
Sabemos que Ibn Battuta nació en Tánger en 1304 (motivo por el que se le conoce como el Tangerino) y falleció en Marruecos bien en 1368-9 o en 1377. Empezamos a saber de su vida con motivo de su partida el 13 de junio de 1325 en dirección a La Meca, con el designio de cumplir la peregrinación preceptiva en el islam (Hayy), que no completará hasta septiembre del año siguiente. En vez de volver a casa, Ibn Battuta decidió seguir viajando, recorriendo Irak y la parte sudoccidental de Irán, para volver a La Meca, donde viviría tres años. Después de estos años vuelve a sentir la llamada de la aventura, y parte hacia Yemen y la costa oriental de África, para volver a la Meca desde Omán y el Golfo Pérsico. Esta vez la estancia será corta, y pronto reanudará su viaje, aunque esta vez hacia el norte, desde Egipto por la costa del Levante hasta Constantinopla, para continuar hacia los territorios de la Horda de Oro, y su capital Sarai, a orillas del Volga. Desalentado en su interés por ir a Siberia (a la que llama Tierra o País de las Tinieblas), cambia de parecer, y rodeando el mar Caspio por el norte llegará a Asia Central, que cruzará en su periplo hacia la India, donde residirá diez años, a los que sigue una estancia de año y medio en las Maldivas. Después seguirá su viaje hacia el este, hasta llegar a Sumatra, sin que se haya podido determinar si el relato de su viaje a China es fidedigno. Desde este extremo oriental de sus viajes viaja por cuarta y última vez a La Meca. Tras más de 20 años fuera vuelve al Magreb, aunque todavía no es el fin de sus viajes. Todavía le queda un viaje a al-Ándalus, que empezó con su incorporación a una expedición para auxiliar Gibraltar (la “Montaña de la Conquista”), amenazada por Alfonso XI de Castilla, aunque su muerte debido a la peste acaba con esta amenaza, por lo que Ibn Battuta decide recorrer el reino de Granada por placer. El último viaje le llevará el reino africano de Mali, recorriendo parte de Marruecos sobre la marcha. Con su vuelta a la corte del sultán en Fez se cierra la obra de Ibn Battuta, y poco es lo que se sabe de su vida posterior, como la fecha exacta de su muerte. En el año 1355, 30 años después del inicio de sus viajes, el sultán meriní le mandó recoger por escrito todos sus viajes, labor para la que contó con la colaboración del escritor granadino Ibn Yuzayy, el cual realizó la redacción completa del libro siguiendo los dictados que le iba haciendo Ibn Battuta.
Navío musulmán asaltado por piratas, una experiencia que vivió Ibn Battuta. Miniatura persa. Siglo XV.
El retrato que fragmentariamente se va acumulando del personaje es contradictorio en buena medida, pero animado por dos ejes principales: la firme voluntad de moverse, trasladarse indefinidamente y sin asiento; y un cierto delirio de grandezas que contrasta con la posible realidad mucho más pobre y gris que el hombre verdadero viviera. Lo que nos queda es una figura con fuertes contradicciones, pragmática y ciertamente interesada, que incurre en la visible distorsión de acontecimientos o de personas mencionadas en función del trato más o menos generoso que depararan al autor.
La obra, traducida en occidente con el nombre de A través del Islam, constituye una valiosísima fuente de información de primera mano sobre la historia y la geografía del mundo musulmán durante la Edad Media, además de ser en su época una de las pocas referencias fiables de unos territorios desconocidos por casi todo el mundo habitado, aunque también hay que decir que la obra contiene numerosísimos errores geográficos y bastantes pasajes con poca credibilidad, toda vez que la narración posee un alto grado literario y artístico. Ibn Battuta apenas pisa territorios cristianos, más allá de Cerdeña y Constantinopla, sino que es un verdadero “viajero del islam”. Por último, hay que tener en cuenta que Ibn Battuta es testigo directo de una de las mayores convulsiones de la Edad Media: la Peste Negra, que le alcanza en Siria, y cuyos efectos catastróficos describe minuciosamente.
Meseta de Ustyurt
El principio de nuestro viaje junto con Ibn Battuta comienza atravesando las áridas tierras al norte del mar Caspio, hasta adentrarnos en la meseta de Ustyurt, que ocupa la mayor parte del territorio entre el mar Caspio y el mar de Aral. Entre el Amu Daria y el Sir Daria la mayor parte del territorio de Uzbekistán está ocupado por el desierto del Kizilkum, un territorio extremadamente seco, con precipitaciones muy escasas y temperaturas extremas, muy altas en verano, con frecuencia superiores a los 40º (lo que explica que las casas uzbecas tengan las ventanas en el lado de sombra, abiertas a porches o patios arbolados que den sombra) y bastante bajas en invierno, alcanzando los -23º de media. En Uzbekistán solo el extremo sureste del país presenta unas condiciones diferentes, desde la capital, Tashkent, situada al pie del Tian Shan, hasta el valle de Fergana, donde las precipitaciones no son tampoco muy abundantes, pero cuenta con un importantísimo aporte hídrico de las montañas circundantes, el Tian Shan y el Pamir.
Valle de Fergana
Turkmenistán, alejado del valle de Fergana, es, en el mejor de los casos, igual de seco y árido que su vecino. La mayor parte del territorio turkmeno está ocupado por el desierto del Karakum, limitado al sur por las montañas del Kopet-Dag, que conforman la frontera con Irán, montañas que, como el Tian Shan, están sometidas a importante actividad sísmica, como los terremotos que sacudieron Asjabad y Tashkent en 1948 y 1966 respectivamente, que se cobraron miles de víctimas. En la vertiente norte de esta cordillera y a lo largo de los oasis de los ríos Tejen y Murgab (o cerca del Amu Daria) es donde se concentra la mayor parte de la población. Asjabat, la capital, se encuentra en el Kopet-Dag. En verano la temperatura no suele bajar de los 35º, y en invierno puede llegar a bajar de los -20º. Las precipitaciones en Turkmenistán tampoco son especialmente abundantes, ni siquiera en las montañas.
Oveja karakul
Aunque hoy en día los viajeros modernos siguen alabando la calidad de los melones uzbekos, este está lejos de ser el producto estrella de su economía. De hecho, la agricultura, aunque aporta un porcentaje mayor del PIB que en otros países más desarrollados, tiene un peso porcentual inferior al 20%. Los productos agrícolas estrella son el algodón, cultivado desde época soviética, del que Uzbekistán es el séptimo productor del mundo, y la seda, de antiguo arraigo en la región, especialmente en el valle de Fergana. Las uvas son otro producto importante, ya se consuman frescas, secas, como pasas, o elaboradas como vino. En general, debido a las carencias hídricas de la región, se ha limitado la extensión de cualquier tipo de agricultura de regadío. En cuanto a la ganadería, la oveja es el gran protagonista de la región. La industria, como en otras antiguas repúblicas soviéticas, sigue siendo un sector importante, especialmente la de maquinaria pesada. Además, los recursos minerales y energéticos como el gas natural y petróleo, presentes sobre todo en la zona sureste del país, conforman una parte notable de las exportaciones del país, que se ven limitadas por las carencias de sus infraestructuras terrestres. Aunque se ha producido una tímida liberalización en los últimos años, la economía todavía sigue en gran medida el modelo planificado soviético.
La economía de Turkmenistán sigue un patrón similar a la de Uzbekistán. Aquí el cultivo de algodón también es importante, aunque no tanto, superado en importancia por la producción de seda, y la cría de ovejas sigue siendo una actividad económica destacable, a la que se unen la cría de caballos y dromedarios. Comparativamente, la industria tiene una importancia mayor, igualando prácticamente al sector servicios, especialmente la de maquinaria pesada y la química. En la parte occidental del país hay importantes explotaciones mineras y sobre todo petrolíferas. Al igual que sucede en Uzbekistán, las carencias de las infraestructuras restringen en cierto modo las posibilidades comerciales del país, si bien el petróleo se exporta mediante oleoductos principalmente hacia Rusia, China e Irán.
La historia de Asia Central se remonta a mucho tiempo antes de la época del “maldito” Gengis Jan. Los investigadores han encontrado pruebas de que en el III milenio a.C. se desarrolló en esta zona, especialmente en el delta del Murgab, una próspera civilización urbana, conocida como BMAC (Bactria-Margiana Archaeological Complex), cuyo origen no está claro, es decir, no se sabe si fue un desarrollo local o debido a influencias externas. Estas ciudades siguen la definición mesopotámica, con fortificaciones, templos, palacios, etc., y están dotadas de una importante organización administrativa. Están a las puertas de la escritura, tan cerca que muchos especialistas creen que el hecho de que no se hayan encontrado documentos escritos se debe a que aún queda mucho por investigar más que a que no la llegaran a desarrollar.
Alrededor del 1800 las culturas urbanas de Asia Central van a desaparecer, más que como resultado de una crisis como adaptación a una nueva realidad; en el caso del río Murgab la desertización de la zona norte del delta provoca el traslado hacia la zona meridional del mismo, parcialmente ocupada, por lo que no puede absorber todo el flujo migratorio, parte del cual revierte al nomadismo estepario. Esta etapa es conocida como Cultura de los Oasis.
Alrededor de 1300 desaparece la Cultura de los Oasis y aparecen otras nuevas pertenecientes ya a la Edad de Hierro, las de Yaz I y Dehistán arcaico. En esta época se ve una clara difusión de materiales de carácter indoeuropeo, al igual que con total seguridad el zoroastrismo (aunque puede que empezara en una época anterior). En la cultura del Dehistán arcaico destacando yacimientos como Geoktchik Depe e Izat Kuli. En esta etapa un reino o una confederación de reinos de morfología aún desconocida consiguió canalizar las aguas del río Atrek a través de la creación de una compleja red de canales que sustentaba unos 130 asentamientos. Esta red de canales se mantuvo hasta la conquista mongola, cuando los canales fueron destruidos y la zona convertida en un enorme páramo.
En esta época la población de la región ya es claramente de carácter iranio. Los iranios tenían un mundo de creencias propio muy rico y consolidado, que fue evolucionando a lo largo de un dilatado período. Su panteón tenía muchas divinidades, aunque ya dese antiguo estaba presente la tendencia a otorgar un papel central a una de ellas, Ahura Mazda, dios creador, que tiene un profeta Zaratustra, y un libro sagrado, el Avesta, y principios básicos como el dualismo (en múltiples facetas) y la adoración de elementos sagrados (tierra, aire y sobre todo agua y fuego). La sociedad que presentan los textos más antiguos de la tradición zoroastrista es típica de las estepas de Asia Central.
Ciro se dirigió hacia Asia Central después de consolidar la unión de medos y persas y someter Lidia, aunque no está tan claro si antes o después de encargarse de Babilonia. En general esta zona se integró con facilidad, y se mantuvo en la órbita de los imperios iranios hasta la conquista árabe en los siglos VII-VIII. Aunque la nueva religión se extendería lenta pero irreversiblemente, la región mantuvo un carácter claramente iranio hasta la llegada de las tribus turcas desde el norte durante el siglo X (entre las que se encontraban los turcomanos), cuando empezó la turquificación de la región.
Ŷalāl ad-Dīn
Durante la segunda mitad del siglo XII se estableció el imperio jorasmio, cuyo último gobernante sería el Ŷalāl ad-Dīn, hijo de Muhammad II; este último sería quien iniciaría la guerra con los mongoles. Entre finales de 1219 y mediados de 1221 los mongoles conquistaron toda la región de Asia Central, mientras que Ŷalāl ad-Dīn se refugió en la India. La Transoxiana pasaría a formar parte del kanato de Chagatai, segundo hijo de Gengis Jan, cuyos descendientes gobernarían este territorio durante un siglo, hasta 1334, mientras que el actual Turkmenistán estaría controlado por el Ilkanato, que se derrumbó al año siguiente. El debilitamiento del poder mongol dejó abierto el camino a un nuevo conquistador, Tamerlán, Timur el Cojo, el Emir Timur para los uzbekos, quienes le consideren padre de la patria, un auténtico conquistador, astuto, cruel y culto, que estuvo cerca de revivir las hazañas de Gengis Jan. Su gobierno y el de sus descendientes, hasta principios del siglo XVI, es considerado un período de renacimiento del arte islámico, como puede apreciarse en la capital de Tamerlán, Samarcanda. Los timúridas serían expulsados por las tribus uzbekas, que habitaban al norte del mar de Aral, y que fundaron los kanatos de Bujará y Jiva, a los que se añadiría el kanato de Joqand a principios del siglo XVIII; estos kanatos serían los que someterían las tropas zaristas durante el siglo XIX, junto a las tribus turcomanas, a las que, por primera vez en su historia, dieron unidad política.
Plaza del Registán, Uzbekistán
Como evidencian las descripciones de Ibn Battuta, en su época Asia Central ya había sido completamente islamizada. Hoy en día la mayor parte de la población de la región sigue siendo musulmana de confesión sunní, tanto en Uzbekistán como en Turkmenistán. Los uzbekos tienen reputación de contarse entre los musulmanes más devotos de Asia Central, mientras que los turkmenos son más moderados y practican un islam plagado de tradiciones populares. No obstante, en general el islamismo más radical no ha tenido mucha implantación, especialmente en Turkmenistán, donde el gobierno, que defiende la laicidad del estado, ejerce un gran control sobre el clero. Además de la mayoría musulmana, en ambos países hay una minoría ortodoxa y un pequeño porcentaje de población aconfesional o perteneciente a otras religiones.
En ambos casos la gran mayoría de la población corresponde a la etnia que da nombre al país, ya sean uzbekos o turkmenos. En ambos casos sigue habiendo población de origen ruso, herencia del pasado soviético, y hay pequeños grupos de población ligados a países cercanos como tayikos y kazajos en Uzbekistán y uzbekos en Turkmenistán. En Uzbekistán también habitan los karakalpakos, otro pueblo túrquico, tradicionalmente ligado a los kazajos, que habita en la región noroccidental del país, en su propia república autónoma. En general se trata de una población joven, con una alta tasa de natalidad, desigualmente distribuida a lo largo de estos países, concentrada cerca de los cursos de agua o al pie de las montañas. En Turkmenistán los lazos tribales, procedentes del pasado mayoritariamente nómada de la población, siguen siendo muy importantes; también sucede en Uzbekistán, aunque con algo menos de intensidad.
Gur-e-Emir, Uzbekistán
Como corresponde a esta composición étnica, la mayor parte de la población habla las lenguas locales, ya sea uzbeko o turkmeno, únicas lenguas oficiales en los respectivos países, ruso (cada vez menos extendido), y de forma minoritaria lenguas de países vecinos. El uzbeko y el turkmeno son lenguas con un parentesco íntimo, integradas en el mismo grupo de lenguas túrquicas, junto con el turco. Antes de época soviética estas lenguas rara vez se escribían, sino que en su lugar se utilizaba el chagatai, lengua literaria arcaizante escrita en alfabeto árabe. Tras la incorporación a la URSS se hicieron reformas para que la lengua escrita se aproximase a la lengua oral, pasando a escribirse por un tiempo en alfabeto latino, atravesar después unas décadas en cirílico, para volver luego al alfabeto latino, debido al esfuerzo gubernamental por dejar atrás el pasado soviético. Ambas lenguas son producto del proceso de estandarización lingüística desarrollado en época soviética, destinado a unificar la enorme variedad dialectal de cada una de las distintas repúblicas, y a diferenciar lingüísticamente unas de otras.
La cultura de estos dos países tiene una base irania, que se manifiesta en la celebración de ciertas fiestas como el Noruz, el año nuevo iranio tradicional, que tiene lugar el equinoccio de primavera. El islam es una parte integral de la cultura de Asia Central, lo que explica que las grandes fiestas como el Eid al-Fitr y el Eid al-Adha. Todavía se conservan importantes facetas de la cultura tradicional, como la elaboración de alfombras en Turkmenistán, o la tradición musical del shashmaqam en Uzbekistán (https://www.youtube.com/watch?v=FKkJ_tciClc), que conecta con la literatura oral, en la que destaca la historia de Korkut Ata.
Escudo de Turkmenistán.
¡Muchas gracias a todos por vuestra atención e interés!