Este domingo hemos estado con uno de nuestros talleres favoritos en la biblioteca pública de Madrid “Iván de Vargas”.
Fue un taller muy especial en un sitio muy especial que parecía encajar a la perfección. ¿Por qué? Para empezar porque este es un taller familiar, el único taller familiar de nuestro repertorio que pueden disfrutar por igual los padres y los niños.
Se llama “Cirílico de un plumazo” y nos hace viajar a través de ellos siglos para descubrir los orígenes del alfabeto cirílico y su evolución hasta la versión moderna, que aprenden en clases nuestros alumnos. Todo empieza con una introducción interactiva durante la cual conversamos con los participantes sobre qué es un alfabeto, cuál es el alfabeto que se usa en España, cuántas letras tiene, porqué las vocales son vocales y las consonantes son las consonantes, por qué existen letras mudas y cuál es la historia del alfabeto latino.
Y de allí pasamos a hablar sobre los tiempos remotos, los monjes y los monasterios, las traducciones de la Biblia y los personajes históricos, tales como Cirilo, Metodio y Néstor, el cronista.
Para crear el ambiente solemos poner música muy propia para imaginarse una celda del monasterio, pero esta vez, además nos acompañaba el repique de las campanas y las maravillosas vistas desde las ventanas de la biblioteca, así que cuando ese mismo Néstor, el cronista, apareció de pronto en la sala, nadie se extrañó.
De la mano de Néstor continuamos el viaje a través de los siglos para descubrir la evolución del alfabeto cirílico hasta su versión moderna, en la cual hicimos una parada larga, interactiva y muy divertida.
Aprendimos a pronunciar todas las vocales rusas y algunas de las consonantes, probamos a leer y escribir las palabras en ruso y descubrimos que nuestros alfabetos no son tan distintos como pueden parecer a primera vista.
En la última y más creativa parte de nuestro taller, les enseñamos a nuestros participantes las reproducciones de los libros antiguos y les propusimos convertirse ellos mismos en los monjes de aquellos siglos, para los cuales escribir era el trabajo, el arte, el objetivo y el sentido de su vida.
Con la ayuda de plumas, tintas y toda clase de materiales decorativos nuestros pequeños y grandes monjes crearon unas auténticas obras de arte escuchando la música y las campanas de las iglesias cercanas.
¡Ha sido una mañana maravillosa! Tanto nosotros como los asistentes hemos disfrutado mucho de la experiencia, ellos se llevaron de regalo todo lo aprendido junto con un boli y una chapa del Instituto, y nosotros nos llevamos de regalo sus sonrisas, sus escrituras y su interés por el idioma ruso.