El pasado viernes 21 de febrero tuvo lugar la cuarta microconferencia del ciclo de este curso, "Un paseo entre las cumbres del Cáucaso", sobre Armenia y Azerbaiyán, impartida por nuestro alumno Iván Álvaro Herrero, historiador y estudiante de filología.
Desde el Mar Negro al Caspio, la cadena montañosa del Cáucaso forma una barrera maciza entre Europa y Oriente Próximo. Al norte comienzan las inmensas llanuras de Rusia. Al sur, la Transcaucasia. A principios del siglo XIX, la expansión rusa se centró primeramente en el Cáucaso, habilitando una barrera defensiva con la anexión de Georgia y Armenia, y la conquista de Azerbaiyán, habitada por los azeríes, pueblo de religión musulmana.
Durante la IGM, los victoriosos ejércitos zaristas controlaban la mayor parte de la región, aunque la retirada de la rusa soviética dejó este territorio sin gobierno. Los gobiernos independientes de Georgia, Azerbaiyán y Armenia, tras un breve experimento de apenas dos meses de duración de proyecto político conjunto en 1918 (la República Federal Transcaucásica), fueron sometidos entre 1920 y 1921, con la ayuda de los obreros rusos que trabajaban en las explotaciones petrolíferas de la zona y el apoyo de los comunistas locales, especialmente los georgianos, como el propio Stalin. Tras esta reincorporación se produjo un trazado de fronteras tremendamente artificial que aún hoy en día es recurrente fuente de problemas.
Hasta 1936, las tres repúblicas conformaban la República Soviética Federal de Transcaucasia; a partir de este año comenzaron su andadura como repúblicas federadas “independientes”. Georgia integraba también las repúblicas autónomas de Abjasia, Adzaria (musulmanas), y Osetia del sur (cristianos de lengua iraní). Azerbaiyán integraba las repúblicas autónomas del Alto-Karabaj, poblada mayoritariamente por armenios, y de Najichevan, poblada por azeríes, aunque separada del resto de Azerbaiyán por el sureste de Armenia.
Armenia, o Hayastán, como la llaman los armenios, los hay, es uno de los países más montañosos del mundo. Este pequeño país, aproximadamente del tamaño de Galicia, es una tierra de altas montañas, mesetas volcánicas y profundos valles. La situación geográfica del país hace que se vea sujeto regularmente a graves terremotos, como el de 1988, en el que murieron unas 25.000 personas, golpeando con especial fuerza en las ciudades de Spitak y Gyumri.
La historia de Armenia es aún más antigua que la de Georgia. Ya en el I milenio a.C. se desarrolló en la zona el importante reino de Urartu, uno de los pocos rivales del imparable Imperio Asirio. La decadencia de este reino llevó al asentamiento de los armenios, pueblo indoeuropeo, a principios del siglo VI a.C., aunque se mantendrían durante los siguientes siglos como vasallos de medos y persas, adquiriendo una gran autonomía tras la época de Alejandro Magno.
Durante los siglos II y I a.C. Armenia fue un próspero y poderoso reino, hasta su derrota ante las tropas romanas a mediados del siglo I a.C.; a partir de entonces, Armenia se convirtió en estado tapón entre los dominios romanos y parto/persas, alternando épocas de independencia y sumisión a uno de ellos. Alrededor del año 300, Armenia se había convertido en la primera formación política con el cristianismo como religión oficial, de la mano de la predicación de San Gregorio el Iluminador, fundador de la Iglesia armenia independiente. Los siglos IV, V y VI fueron una época de gran esplendor para la cultura armenia, especialmente tras el desarrollo del alfabeto armenio a principios del siglo V, atribuido al monje Mesrop Mashtots, que sirvió de vehículo de expresión a una rica literatura religiosa que contribuyó a reforzar la identidad cultural armenia; este monje fue además el principal artífice de la traducción de la Biblia al armenio.
Desde mediados del siglo VII, Armenia fue territorio vasallo del poderoso imperio árabe, aunque gozaba de amplia independencia debido a su propensión a la revuelta, gobernada por los Mamikonian, descendientes de San Vardan Mamikonian. No fue hasta el siglo IX que recuperó su independencia, bajo las Bagrátidas o Bagratuni, una nueva época dorada para la cultura armenia. La Gran Armenia desaparecería a mediados del siglo XI ante el avance de los ejércitos turcos y bizantinos; una parte importante de los armenios se refugiaron en Cilicia, y fundaron un nuevo reino conocido como Pequeña Armenia, importante aliado de los cruzados occidentales, que desaparecería a mediados del siglo XIV ante el avance de los mamelucos.
Entre los siglos XVI y XIX, la Armenia histórica, las tierras del triángulo Van-Sevan-Urmia, fue dividida entre los turcos otomanos, que controlaban la parte occidental, y los persas safávidas, que controlaban la oriental. El imperio de los zares solo englobaría, aproximadamente, esta mitad oriental, donde se produciría el renacimiento cultural armenio del siglo XIX, mientras que la occidental pertenece aún hoy a Turquía. Esto explica que el monte Ararat, símbolo de la nación armenia, aquel mítico monte bíblico donde reposó el Arca de Noé, se encuentre en suelo turco, aunque sea visible desde Armenia.
El pueblo armenio sufrió tremendamente durante la IGM, cuando los otomanos, por temor a que sirviesen de quinta columna rusa, intentaron deportar a los armenios de la parte oriental a Siria y Mesopotamia, lo que rápidamente degeneró en un auténtico genocidio, que se estima que se cobró millón y medio de víctimas; los que no murieron fueron deportados o emigraron, de tal forma que la parte occidental de la Gran Armenia quedó vaciada de armenios. Desde la integración en la URSS, Armenia disfrutó de unas décadas de paz y prosperidad, con un importante desarrollo económico (también cultural) que produjo la industrialización de Armenia y la emigración a la ciudad de la mayor parte de la población. El final de la unión soviética fue especialmente complejo en esta zona, ya que desde 1988 se intensificaron las tensiones entre azeríes y armenios. En 1988 se adoptaron medidas contra la población armenia en Azerbaiyán, lo que provocó la expulsión de los azeríes de Armenia. Las tensiones en el Alto-Karabaj (o Nagorno-Karabaj) escalaron rápidamente desde 1989, hasta convertirse en guerra abierta, en la que estos armenios contaban con el apoyo de Armenia, lo que provocó el bloqueo económico de Azerbaiyán y Turquía.
El producto más destacado del país, al igual que en Georgia, es el vino, junto con los albaricoques y melocotones.
A diferencia de otras antiguas repúblicas soviéticas la población armenia, de unos 3 millones de personas, es muy homogénea, aproximadamente el 98% de los habitantes son étnicamente armenios. Un tercio de la población se concentra en la capital, Ereván. También es curioso el hecho de que hay aproximadamente tantos armenios fuera como dentro del país, casi la mitad de ellos en Rusia, cuyos envíos de dinero son muy importantes para la economía armenia. La minoría más importante es la de los yazidíes, ya que la mayor parte de los azeríes fueron expulsados al final de la guerra. Los yazidíes son un pueblo de Oriente Medio de origen étnico incierto (aunque parece que relacionado con los kurdos), cuyas principales comunidades se encuentran en Irak y Alemania, que profesa una religión monoteísta de discutido origen. Es una comunidad muy integrada en la sociedad armenia, donde disfrutan de libertad religiosa, es posible que por la persecución común que sufrieron durante la IGM. La mayor parte de ellos viven en la zona de Armavir, al oeste de Ereván.
Como corresponde a esta estructura social, la mayor parte de la población (92%) profesa el cristianismo armenio, ligado a la Iglesia Apostólica Armenia, no vinculada a ninguna de las grandes confesiones cristianas. Hay pequeñas minorías de otras confesiones cristianas, como los evangélicos, y de yazidíes. La estructura social también explica la situación lingüística del país, donde el armenio es la lengua oficial y mayoritaria, hablada por el 98% de la población; el otro idioma que podemos mencionar es el kurmanji o kurdo del norte, dialecto del kurdo, hablado por los yazidíes.
El armenio, lengua indoeuropea, cuenta con un alfabeto único, creado por el monje san Mesrop Mashtots a comienzos del siglo V, compuesto por 38 letras, 31 consonantes y 7 vocales, que parece descender del pahlavi y el arameo, aunque con influencias griegas, como la escritura de las vocales y la dirección de la escritura de izquierda a derecha. Cada letra del alfabeto armenio tiene un valor numérico, lo que explica que aparezcan en textos históricos con este valor. El alfabeto armenio tiene dos curiosidades: si disponemos las 36 letras originales en un triángulo equilátero en el vértice superior tenemos la Ա, inicial de Astvats (Dios Padre), y en los otros las iniciales de Cristo y Surb Hogin (Espíritu Santo); si las disponemos dentro de una estrella de ocho puntas las letras que quedan en los vértices son las que componen la palabra Hayk (ՀԱՅՔ), antepasado mítico del pueblo armenio, cuyo hijo, Ara o Aram, habría fundado el reino.
En relación con esta peculiar identidad religiosa, se encuentra una característica muestra de la cultura armenia, los khachkari, cruces de piedra esculpidas en estelas. En la artesanía armenia destaca también el trabajo de las telas, especialmente los bordados, evidente en el taraz, el traje nacional armenio, o en las famosas alfombras armenias, generalmente de lana de oveja, entre las que destaca el tipo “Vishapagorg”, en las que el dragón simboliza la victoria de Vishapaqagh, “el conquistador de los dragones y el mal”; los textiles armenios tradicionalmente destacan por su gama de colores rojos.
El calendario festivo armenio es una curiosa mezcla de tradiciones paganas y cristianas. Por ejemplo, aunque hoy en día el Año Nuevo también se celebra el 1 de enero, a lo largo de la historia armenia se ha celebrado en otras dos fechas, coincidiendo con el Equinoccio de Primavera (Amanor), como en la tradición irania, o el 11 de agosto (Navasard). Es tradicional preparar un plato conocido como “gata”, una especie de pan dulce en el que se introduce una moneda, y unos tipos especiales de galletas que sirven para predecir el futuro. Otra fiesta tradicional que representa muy bien esta mezcla es el Barekendan, celebrado el día antes del inicio de la Cuaresma; originalmente se celebraba en febrero, cuando el vino producido en otoño estaba listo para su consumo. Otro ejemplo es el Día de la Bendición de las Uvas, que se celebra próximo a la Asunción de la Virgen; las uvas, de las que se hace el vino, que representa la sangre de Cristo, solo pueden ser utilizadas para comenzar a hacer vino tras la bendición, que también representa la bendición de las cosechas y garantiza la prosperidad del año.
(® Encyclopædia Britannica, Inc.)
Azerbaiyán se encuentra entre las montañas del Cáucaso, que marcan sus bordes al norte, el Gran Cáucaso, y al oeste y sur, el pequeño Cáucaso, y el Mar Caspio al este. Azerbaiyán es algo más grande que Castilla-La Mancha, pero algo menos que Andalucía.
Azerbaiyán, en tiempos antiguos, estaba habitado por una mezcla de pueblos iranios, turcos y caucásicos. En el I milenio a.C. estuvo dominado por diversos poderes extranjeros, situación que se repetiría en el I milenio d.C., en el que romanos, persas, y finalmente árabes dominaron estas tierras. La llegada de los árabes en el siglo VII fue un punto clave en la evolución histórica del territorio, ya que fue el comienzo de la penetración del islam en la zona. En el siglo XI esta zona fue ocupada por los turcos selyuquíes, lo que produjo un fenómeno de “turquización”, de tal forma que perdió su carácter iranio. Ya en el siglo XIII podemos identificar las características básicas que después conformarían la nación azerbaiyana. Estos siglos, desde la llegada de los turcos selyuquíes hasta finales del siglo XIV, fueron una época dorada para la cultura azerbaiyana.
Desde el siglo XVI la región formó parte del reino persa Safávida, época en la que se convirtió a la población del islam sunní al chií, resistiendo los avances otomanos en la zona. A principios del siglo XIX el avance de las conquistas zaristas provocó que el actual Azerbaiyán pasase a formar parte del imperio de los zares, aunque la división de los territorios en los que habitaban los azeríes provocó que la mayor parte de este pueblo quedase dentro de las fronteras del actual Irán (donde siguen estando hoy en día). En general, durante el siglo XIX la influencia rusa no fue especialmente intensa en la zona, es decir, que aquí no se desarrollaron políticas de rusificación importantes como en las actuales Bielorrusia y Ucrania, sino que, en cierto modo, Azerbaiyán era una colonia rusa. El descubrimiento de los yacimientos petrolíferos a finales del siglo XIX cambió esta situación, ya que aumentó el número de trabajadores rusos en la zona, especialmente en Bakú, y el control ruso debido a este preciado recurso se intensificó. Durante esta época, especialmente a finales de siglo, comenzó a desarrollarse la identidad nacional azerbaiyana, ya que, a diferencia de sus vecinos georgianos y armenios, los azeríes no tenían un precedente como formación política independiente, sino que durante siglos habían sido parte de la Umma, la comunidad islámica. De hecho, el término azerbaiyano solo aparece en estas últimas décadas del siglo XIX. Esta naciente conciencia nacional estaba en una encrucijada ideológica, entre la fidelidad a los zares, la influencia persa y turca, y los deseos de un acercamiento a Europa. A principios del siglo XX una consigna muy extendida entre los intelectuales era “turquificar, islamizar, europeizar”. No obstante, este nacionalismo aún no había calado en la mayor parte de la población, aunque sí que estaban extendidos los recelos frente a las élites cristianas que controlaban la economía de la zona, respecto a rusos y sobre todo armenios.
Al igual que en Georgia y Armenia, la época soviética supuso para Azerbaiyán un período de paz y prosperidad, con un importante desarrollo económico que trajo la industrialización y la urbanización de la república. Los últimos años de la URSS vieron explotar las tensiones entre armenios y azeríes, y convertirse en guerra abierta, hasta el alto al fuego de 1994, pasando por la declaración de independencia de Nagorno-Karabaj en 1992; aunque ha sido violado en distintas ocasiones, ha conseguido mantenerse hasta la actualidad. Desde 1993 el país ha estado presidido por un miembro de la familia Aliyev.
La economía de Azerbaiyán depende en cierta medida de la exportación de hidrocarburos y de gas natural. A principios del siglo XX aquí se producía más de la mitad del petróleo mundial, más que en ningún otro lugar del planeta. Con el paso del siglo XX su importancia se fue reduciendo, según se fueron agotando las reservas de hidrocarburos. Sin embargo, en los años 90 se descubrieron nuevos pozos petrolíferos y su extracción volvió a convertirse en motor económico del país.
La población azerbaiyana, de unos 10 millones de personas, es de forma mayoritaria étnicamente azerí (aproximadamente el 90% de la población). Minorías importantes son lezguinos (pueblo caucásico que también vive en el vecino Daguestán ruso), rusos, armenios y talyshi (pueblo iranio que también vive en el vecino Irán). También es importante señalar que se calcula que unos 13 millones de azeríes viven fuera de Azerbaiyán, especialmente en Irán.
Prácticamente la totalidad de la población azerbaiyana es musulmana, ya sea chií (alrededor del 60%) o sunní (en torno al 33%), mientras que el porcentaje de cristianos (armenios y ortodoxos) es muy bajo. No obstante, se cree que en muchos casos esta adscripción religiosa es más nominal y cultural que real. Como corresponde a la composición étnica, el idioma más hablado en Azerbaiyán, y única lengua oficial, es el azerí o azerbaiyano, lengua túrquica de la rama Oghuz o sudoccidental, que originalmente se escribía con alfabeto árabe, con alfabeto latino entre 1929 y 1938, cirílico entre 1938 y 1992, y de nuevo alfabeto latino desde el 92, similar al utilizado para el turco. Otros idiomas hablados en el país son el lezguino, el talyshi y el ruso, importante como segunda lengua para un porcentaje notable de la población.
La cultura azerí es una mezcla de elementos iranios, túrquicos, caucásicos y algo de influencia eslava. El sustrato iranio es evidente en las características de la principal fiesta nacional, el Novruz, el equinoccio de primavera, y también el Año Nuevo, como era costumbre tradicional entre los pueblos iranios. Una destacable realización de la artesanía azerí son las alfombras.
Un hallazgo arqueológico muy importante que se ha realizado en Azerbaiyán son las representaciones rupestres del Gobustán, cerca de Bakú, a unos pocos kilómetros de la costa del Mar Caspio, realizadas durante el Paleolítico.
De la época dorada de la cultura azerbaiyana de los siglos XI-XIV podemos destacar dos figuras, Neẓāmī (1141-1209), también conocido como Ganjavī (ya que nació en Ganja, ciudad de la que se dice que solo abandonó en una ocasión), gran poeta y filósofo de la tradición persa, conocido por su Khamseh (“Quinteto”), una pentalogía de poemas, de distintas características, algunos de ellos didácticos, y otros épicos, como Khosrow o-Shīrīn (“Cosroes y Shīrīn”). La otra figura a señalar es la de Imadaddin Nasimi (1369-1417), también poeta y filósofo, de gran cultura y sabiduría, fiel seguidor del hurufismo, movimiento sufí que enaltece el ser humano por sostener que en él se manifiesta el principio divino. A lo largo de los siglos, su poesía ha tenido un impacto significativo en el desarrollo de la poesía en azerbaiyano y turco.
Al finalizar la conferencia, pudimos disfrutar de una ceremonia del té al estilo azerbaiyano, aprendimos sobre esta cultura y probamos dos deliciosas recetas de té. Además, degustamos dos platos típicos:
El lavash es un tipo de pan muy extendido, consumido desde Turquía hasta Asia Central, pasando por el Cáucaso e Irán. En Armenia es especialmente importante. Los ingredientes son harina, agua y sal, a partir de los cuales se hacen una especie de tortitas, que tradicionalmente se cocinan pegándolas en las paredes del horno (tonir). Al secarse el lavash se endurece y se vuelve frágil. Puede utilizarse tanto seco, como en la Eucaristía de la Iglesia Apostólica Armenia, como rehidratado, por ejemplo, para los durums en Turquía.
El lulia kebab es un plato azerbaiyano parecido al shashlik, una especie de brocheta de distintos tipos de carne, aunque lo tradicional es el cordero y sobre todo la carne picada, que se mezcla con especias, sal y pimienta negra. Es habitual que se sirva con pan y algún tipo de vegetal como acompañamiento.
¡Muchas gracias a todos por venir! ¡Nos vemos en la próxima!